A veces soy con un día de Marzo que amanace despejado pero puede acabar lloviznando…sé que en un instante estoy eufórica y al siguiente transpiro nostalgia por cada poro. Reconozco que hacen falta mil vidas para entenderme porque a veces ni yo misma me entiendo.
Y entonces llegaste tú. Tú, que siempre tienes la palabra adecuada para mí. Tú, que sabes que cuando discutimos, o más bien discuto porque tu nunca te dejas llevar por mis arrebatos, necesito desahogarme, que nunca pienso lo que digo y enseguida va a ser todo como antes. Tú, que me calmas. Tú, que me haces sonreir sólo con estar a mi lado. Tú, que has sabido entenderme. Tú y tu paciencia infinita…
Y yo, a veces tan egoísta que sólo me acuerdo de lo mucho que te quiero cuando creo que a lo mejor mañana ya no te tengo; cuando dejamos de hablar unos días y noto lo silenciosa que se queda la vida sin tu voz; cuando suena la melodía de un tren que se despide de los andenes de la estación y soy consciente de lo lejos que me lleva de ti; cuando veo nuestras fotos, recuerdos nuestros momentos…