El guardián entre el centeno

…Me repantigué todo lo q pude en el sillón y le miré pasearse por la habitación como Pedro por su casa. Estaba cansado del viaje a New York y empecé a bostezar. Luego me puse a hacer el ganso. A veces me da por ahí para no aburrirme. Me corrí la visera hacia delante y me la eché sobre los ojos. No veía nada.
– Creo que me estoy quedando ciego- dije con una voz muy ronca-. Mamita, ¿por qué está tan oscuro aquí?
– Estás como una cabra, te lo aseguro- dijo Ackley.
– Mami, dame la mano. ¿Por qué no me das la mano?
– ¡Mira que eres pesado! ¿Cuando vas a crecer de una vez?
Empecé a tantear el aire con las manos como un ciego, pero sin levantarme del sillón y sin dejar de decir:
– Mamita, ¿por qué no me das la mano?
Estaba haciendo el indio, claro. A veces lo paso bárbaro con eso. Además sabía q a Ackley le sacaba de quicio. Tiene la particularidad de despertar en mi todo el sadismo que llevaba dentro y con él no ponía sadico muchas veces.
 
Este es un fragmento de mi libro favorito, me encanta porque me rio mucho al principio aunque después siempre acabo llorando. Yo lo recomiendo a todo el mundo. Es una pena que Salinger no escribiese nada más…
 

Acerca de Dama Roja

25% Sangre coruñesa + 25% Sangre bilbaína + 50% Frío palentino = 100% Verove. Maestra de Infantil y Escritora frustrada (algún día). Algo rara pero original!!
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Una respuesta a El guardián entre el centeno

  1. Pablo dijo:

    Hola, pues asias por firmarme jeje, y me alegro de que te haya gustado la tonteria de space que tengo jajaja. Ven por akí cuando kieras, serás bien recibida :PPues son muy graciosas "vuestras paridas" jejeje, me he echao unas risillas, asias!Besitos

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